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De regreso a donde pertenezco (Parte Uno)

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Me llamo Santiago, tengo 32 años de edad, soy alto, atlético, de ojos verdes, tez blanca y pelo castaño claro, estoy casado con Sofía, una hermosa mujer de 30 años de edad, tez morena clara, facciones finas y una figura envidiable. Tenemos tres hijos, Laura, Erick y Tonik de 9, 12 y 10 años respectivamente, somos una familia bien acomodada económicamente y vivimos una vida normal y tranquila, o eso es lo que pensaba hasta hace unos cuantos días, cuando mi vida regreso a un pasado que ya había yo olvidado por completo.
Todo comenzó cuando Marimar, dos años menor que yo y una de tres hermanas menores que tengo, me pidió que pasara por su hija Sonya al ballet y la fuera a dejar a su casa, esa semana mi esposa había salido de la ciudad por asuntos de trabajo y me había dejado al cuidado de la casa y de los niños.
Marimar estudio psicología y se dedica a manejar la empresa que nuestros padres nos heredaron, ambos ya pasaron a mejor vida y todo el emporio farmacéutico de la familia Slavenikhov, tanto en Europa como en América latina, recaía en nosotros, pero principalmente en Marimar quien era la dueña legal y hacia una excelente labor al respecto.
Mi hermana es sorpresivamente soltera aun, a sus 30 años, posee un cuerpo perfecto, cuidado al máximo entre dietas y ejercicio disciplinado y regular, más sorpresivo podría sonar, que tiene dos hijas, Sonya de 12 años y Hannah 9, ambas igual de preciosas que mi hermana y ambas producto de dos relaciones pasajeras, ninguna de ellas conoce o sabe quién es su padre, pero mi hermana ha sabido llevarles una vida feliz.
Ella es rubia, de ojos entre verde y café, de estatura mediana, con hermosas facciones de rostro, todo es natural, no se ha operado nada y no necesita, cuando la ven en la calle puedo notar que tanto hombres como mujeres la voltean a ver, es normal, incluso yo recuerdo alguna vez haberme sentido atraído hacia ella cuando éramos niños.
Todas estas descripciones y explicaciones tendrán un sentido a lo largo de varios relatos que iré subiendo a este sitio, de serme permitido, donde obviamente cambie nombres, sucesos, edades y demás datos para permanecer en el anonimato y parte de todo lo que aquí cuento puede o no ser ficción o realidad, lo dejo a su imaginación.
Pues el caso es que pase por Sonya al ballet, tardo un poco en salir, pero entro corriendo al asiento delantero de mi camioneta, vestida en un traje de bailarina en color azul cielo, con una ligera sudadera gris encima, escuchando su iPad y bebiendo de una botella de agua con chupón.
Sonya es delgada, su figura es acuerpada y en desarrollo como la mayoría de chicas de su edad, es de tez blanca, tiene largas piernas, ojos azules profundos y cabello rubio. Tiene un curioso lunar en la base del cuello, ligeramente cargado hacia su hombro izquierdo.
Es una niña alegre que sonríe mucho, su sonrisa es cautivante, su energía también, es una niña inquieta e hiperactiva, pero casi no la veo, su madre viaja mucho y no es muy común que pasen mucho tiempo en la ciudad, ahora era el caso y habían pasado fácil 5 años desde la última vez que la vi.
-¡Hola Tío Santi!. Me dijo al subir, dándome un beso en el cachete.
-Hola nena, ¿cómo estás?, ¿Te fue bien en tu clase?

Sonya me contesto afirmando moviendo la cabeza y después se enfocó en mirar el camino por la ventana mientras escuchaba música, ignorándome.

No pude evitar el mirarle las piernas, debo admitir que la belleza de las mujeres de mi familia es increíble y por lo que podía ver, mi sobrina iba a ser una más en la larga galería de preciosas féminas Slavenikhov.

De repente me di cuenta que estaba viéndola demasiado, cuando note que ella también comenzó a mirarme, solamente sonrió como en complicidad y continuo escuchando su música, después recibió una breve llamada a su teléfono.

-¿Bueno?, si mami ya paso por mí, ya vamos para allá.

Me extraño un poco que Marimar le haya marcado a ella y no a mí, pero no le di importancia.
Finalmente llegamos a la casa de mi hermana, Sonya bajo rápidamente de la camioneta apenas me estacione y corrió hacia su cuarto, solo alcance a escuchar que me daba las gracias mientras se alejaba de mí.

Marimar salió de la puerta, vestida con ropa deportiva, venia de su clase de yoga, me saludo de beso en el cachete y me invito a pasar para tomar algo, acepte, hacia un rato que tampoco veía a mi hermana y quería saber cómo estaba.

Pasamos un rato hablando y poniéndonos al día, cuando de repente, la conversación cambio abruptamente.

-Entonces Santi, ¿qué opinas de Sonya, como la viste?
-¿Cómo que como la vi? No entiendo tu pregunta Marimar.
-Sí, ósea, está creciendo y se está poniendo bien linda, ¿a poco no te recuerda a mí a esa edad?
-Pues sí, supongo que un poco, todas las mujeres de la familia son bastante atractivas. Conteste.

Marimar se acercó un poco o un demasiado a mí, me toco una rodilla con su mano derecha.

-Sí, eso no lo puedo negar, pero, ¿de verdad no te acuerdas de mí a esa edad?

Me sentí un poco incómodo tanto por la insistencia de mi hermana como por la situación y trate de separarme de ella.

-Pues no me acuerdo mucho la verdad, pero ya te dije que si está creciendo y es una niña muy bonita.

Marimar se volvió a acercar a mí.

-No puedo creer lo bien que funciono esto, han pasado 12 años y tú de verdad no tienes ni la menor idea de todo lo que sucedió ¿verdad?

Marimar me tomo con una mano por el cuello y acerco su rostro al mío, pensé que me iba a besar o algo, creí que habíamos tomado demasiado, pero apenas habían sido dos copas.

-Creo que ya es tiempo de hacerte recordar Santi, es el momento y la época ideal para que regreses a donde perteneces, para que ocupes tu lugar y disfrutes lo que eso conlleva.

Marimar me susurro al oído una sola palabra.
Wincest

En ese instante sentí un cambio completo en toda mi persona, para empezar, tuve una fuerte e instantánea erección, mi voluntad parecía doblegada, mi juicio nublado, no pude hacer más que mirar a mi hermana y cada momento que pasaba mi excitación crecía y yo me sentía sumiso y obediente.

-Sé que esto debe ser muy confuso para ti Santi. Me dijo Marimar mientras me bajaba el cierre y sacaba mi enorme verga del pantalón, para después acariciarla suavemente de arriba abajo.

Además de tener mi tranca extremadamente dura y pulsante, estaba produciendo una cantidad razonable de líquido pre seminal, que ayudo a que Marimar se moviera sin dificultad mientras me masturbaba.

Yo estaba inmóvil, dejaba que ella hiciera lo que quisiera, después vino la explicación y todo me comenzó a quedar claro, los recuerdos regresaban poco a poco.

-Extrañe a mi esclavo favorito todos estos años, no sabes lo mucho que anhelaba volver a tener tu pito entre mis manos, así, obediente, sumiso, totalmente listo para cogerme como y cuando yo te lo ordene.

Marimar hizo una pausa y se quitó el top, dejando al descubierto sus hermosos pechos de tamaño mediano, suaves y naturales.

-Creo que el lavado de cerebro que te hice para que olvidaras todos esos años de incansable y exquisito incesto funciono de maravilla, pero ahora debes regresar a donde perteneces esclavo y hacer lo que tu ama te ordene, ¿entendido?

-Si ama, soy tu esclavo y te obedezco. Cuando salieron estas palabras de mi boca una fuerte carga de placer similar al orgasmo recorrió todo mi cuerpo, nublando mi voluntad aún más y excitándome como nunca antes.

-Estoy segura que estas guardando un montón de leche aquí adentro. Me dijo mi hermana mientras sobaba y apretaba suavemente mis testículos con la otra mano, mientras me seguía masturbando y comenzó a besarme el cuello.

Creo que vio en mi mirada perdida una ligera intensión de eyacular y entonces apretó un poco más fuerte mis testículos y mi pene.

Todavía no esclavo, todavía no te voy a dejar venirte, tengo una pequeña y asombrosa sorpresa para ti, por la que también tuve que esperar 12 años en verla concretarse.

Marimar se levantó del sofá y tomándome por el pene me levanto y me llevo a su cuarto.
-Este apenas es el comienzo de tu regreso aquí Santi, tengo muchísimas sorpresas preparadas para ti las próximas semanas.

Ahora recuerdo todo, como desde que tenía yo 14 años ella y yo comenzamos a tener sexo, como ella se convirtió de mi hermana menor a mi ama sexual, como ella fue la responsable de que además de disfrutarla a ella, también cogiera con mis otras dos hermanas y con un gran y variado grupo de jovencitas, de niñas e incluso hasta de niños a los que convirtió al igual que a mí, en sus obedientes esclavos sexuales.

Estaba por descubrir cómo fue que había olvidado todo esto, como fue que logro convertirme en un verdadero y obediente esclavo, que con una simple palabra clave se ponía a sus pies y lo mejor de todo, cual era esa sorpresa que me esperaba detrás de la puerta de su cuarto.

CONTINUARA….


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